viernes, 31 de agosto de 2012

Relato 15° Sexo no consentido en la iglesia...


Eran las cinco en punto. Mónica y Bea se miraron, sonrieron y entraron a la iglesia. El templo estaba vacío, la luz entraba por las ventanitas. Y se veía el polvo en el aire.
-Debe de estar dentro-dijo Bea-Vamos.
Se encaminaron hacia la sacristía. Tocaron a la puerta y se oyó una voz desde dentro que decía: Pase.

 Y pasaron las dos chicas, tan cortas de falda como de moral. Tan aburridas como salidas. Tan irreverentes como atrevidas. Tan sedientas de venganza como cachondas.
-Hola padre-saludó Bea desde su camiseta de tirantes rojos y su faldita vaquera..
-Hola, hijas-contestó el cura visiblemente nervioso mirando hacia otro lado para no ver el escote de Mónica, que parecía llamarlo- No podéis venir así a la casa de Dios, tenéis que guardar un recato.
-Pero padre, no me diga que no le gusta- Y Mónica se apretó las tetitas haciendo canalillo y haciendo sudar al hombre.
-Hija, yo no soy hombre, sirvo a Dios. No juegues con eso.
-¿Con qué, padre?- y lo arrinconó con su camiseta amarilla a punto de reventar. No llevaba sujetador y se le marcaban los pezones exageradamente, y esas tetas tan ricas...
El cura casi se cae, pero se fue hacia atrás y lo sujetó Bea que en un movimiento rápido lo maniató con un pañuelo.
-Te tenemos hijo de puta. 
-¿¿¿Qué hacéis??? ¿¿¿qué queréis???
-Te vamos a follar cabronazo. ¿No te acuerdas cuando nos dejaste encerradas 5 dias porque nos encontraste tocándonos en el campamento hace tres años? ¿Cuando se lo contaste a nuestros padres y nos dejaron sin vacaciones ese año? Cuando nos metieron en el internado ¿¿no te acuerdas, frustrado de mierda?? ¿¿No te acuerdas??-le gritó Mónica muy enfadada mientras le tocaba el paquete.
-No, por favor, ¡¡no!! -suplicó el hombre desencajado- ¡¡No podéis hacer eso!!
-Ya verás como sí podemos... -le dijo Bea al oído desde atrás mientras le aseguraba el nudo del pañuelo.
-Cállate cerdo, o le diremos a todo el mundo que nos querías forzar.
-Ponte de rodillas ya, coño, venga, ¿¿es que no me oyes??
El cura se desplomó y casi lloraba de la angustia. Entre lamentos comenzó a rezar: -Creo en Dios Padre, todopoderoso creador del cielo y de la tierra... Creo en Jesucristo, su único hijo...

Bea le sujetaba la cabeza y Mónica se subía la falda y se bajaba las bragas. Se le acercó hasta ponerle el coño en la cara: -mira cabrón, un chocho, exactamente el que me tocaba ella esa noche.
Se dio la vuelta  le puso el culo en la nariz y lo restregó. 
No por favor- se oía entre susurros y rezos...
-¿Qué pasa? ¿Que te pones cachondo? No puede ser, tú no te puedes poner cachondo¿no señor cura? Eso es pecado- le decía Bea que sí se estaba poniendo muy caliente al verle el coñito a su amiga y ese culo, cómo lo movía, daban ganas de comérselo. 
Y soltó al cura que estaba en estado de shock arrodillado, llorando, y empezó a tocarle el chochito a Mónica, le metió la mano entre las piernas y la lengua en la boca hasta la campanilla.-Tía chúpamelo- le pidió Moni- me está poniendo muy cerda este cabrón llorando. Seguro que está empalmado el muy asqueroso. Uffff...

Bea se agachó y la lengua la metió ahora en el clítoris, le chupó todo el pelito y los labios y todo lo que encontró. Mónica se retorcía con las piernas abiertas y se sacaba las tetas de la camiseta amarilla. Grandes y duras. Cogió la cabeza de su amiga y la apretó para restregarle el flujo por toda la cara. Miraba al cura y le decía: mire que perra soy y como me gusta que me chupen hasta correrme. Mire la lengua de Bea, mire, padre, qué putita es, cómo le gusta chupármelo todo...
Bea paró, y relamiéndose la cara mojada le dijo: date la vuelta putón, que vamos a enseñarle al curita como te meto el dedo.
Dicho y hecho, el culo de Mónica pasó a primer plano y Bea comenzó e meterle el dedito , paraba y escupía y seguía el dedito su camino... Paró y le puso la mano en la cara al cura. Le metió el dedo en la boca. El hombre empezó a respirar con dificultad. Repetía como un latiguillo: no por favor, no, por favor...

-Pues va a ser que sí- y Bea lo tumbó y se puso encima de él de pie sin bragas y a la altura de la boca se bajó y le meneó todo el conejo. A la vez Mónica, caliente como ella sola le subió la sotana y soltó un grito de asombro al ver un enorme pollón tieso como un palo. 
-Joder con el párroco. Si lo sé te violamos antes. Mira qué rabo cariño. 
Pero Bea estaba muy ocupada masturbándose en la nariz del padre. Parecía poseída. No paraba de moverse. Sólo se oía un murmullo ahogado. 
-Saca la lengua perro, chúpame, así, así, perro- le gritaba entre jadeos.
Mónica le chupaba la verga desesperada, se la metía entera, le escupía, se la volvía a meter. 

Si alguien hubiera entrado en ese momento hubiera alucinado. 
Bueno, se hubiera puesto muy cachondo, pero mucho...
El cura atado, tumbado, con la sotana arremangada en la cintura. Una chica encima de su cara moviendo el coño desde atrás hacia adelante sobándose las tetas, pellizcándose los pezones, con los ojos cerrados, completamente extasiada... y otra a cuatro patas chupándole el pollón, un pollón enorme, duro, rico y lleno de saliva, chorreando babas... a cuatro patas con el culo fuera.

-Bájate Bea, ven a comerte esto conmigo que ahora nos la vamos a meter enterita.
-Mmmmm... voy para allá. Ay qué rico, por favor...uff, estoy empapada, este cabrón me ha mojado toda. 
Levantó la pierna y la pasó por encima dejando al pobre hombre lleno de líquidos, rojo como un tomate y rogando al cielo como podía: por favor, no me hagáis esto... no me hagáis esto, ¡¡¡señor ayúdame!!!

Bea bajó hasta que tuvo la polla delante , Mónica se la puso en la boca y  empezaron a chupar como dos zorritas mientras miraban al cura y se relamían...Y se besaban y chupaban y las lenguas se paseaban, jugaban y se enredaban. De repente una se metía el pollón entero, luego la otra...
El cura iba a reventar, luchaba con todas sus fuerzas pero su cuerpo iba por libre. Estaba demasiado caliente para poder moverse. Intentaba concentrarse, cerrar los ojos, pero aquellas dos putas no le dejaban. Siempre había sabido que eran una guarras pecadoras pero esto clamaba al cielo...
Nunca había hecho nada así. Se encontraba en un estado de confusión, le dolía el cuerpo, la polla, los huevos, intentaba que no se hinchara pero era demasiado tarde...

-Cariño, vamos a follárnoslo, no puedo más-Y le comió entera la boca a Bea.
Esta sujetó el rabo y Mónica se sentó a horcajadas y empezó a subir y bajar...Joder, qué polla, qué bueno, qué gusto, cabronazo. ¿A que te gusta mi coño? ¿A que te gusta como te aprieto? ¿A que te gusta como te follo?
Y mientras se besaban y se sobaban y se toqueteaban las tetas. Y Bea se masturbaba y le enseñaba el panorama al cura, casi poniéndole otra vez el chocho en la cara... Hijo de la gran puta, eres un hombre como todos y te vamos a follar como cerdas. Y vas a saber lo que es correrse de gusto.
-Nooo, nooo-no podía ya ni hablar, era demasiado ya para él. Intentaba no sentir pero como no iba a sentir si es que donde mirara veía culos, coños, tetas, lenguas, zorras...

Entonces Bea dijo: yo quiero polla, quita que yo quiero, quiero polla, yo quiero también...
Y Mónica se salió, se agachó y la chupó, la saboreó, se la zampó bien y la preparó para que se la metiera su amiga.
-Sube mi niña, toda tuya-le dijo mientras le guiñaba un ojo.
Y Bea se montó y como loca se folló al cura, como si estuviera tirándose a un cacho de plástico, como si hubiera pegado el consolador al suelo. Se movía como un resorte, como si fuera un muñeco...
El hombre no hablaba, estaba en trance, se estaba poniendo morado literalmente. Mónica le puso las tetas en la boca. Él intentaba mirar para otro lado pero ella le tenía la mandíbula agarrada: aquí cerdo, mira aquí, cómetela, que sé que te gusta! -Nooo-y lloraba y se desesperaba.
Y la teta lo ahogaba mientras por abajo le exprimían y usaban hasta sacarle toda la leche.
-Este curita se va a correr... Siiii- Y Bea se corrió en la polla de aquel hombre mientras se tocaba el clítoris y saltaba literalmente. Casi se cae desmayada...
Se salió, le dio el tiempo justo para cogerle el pollón y menearlo como una zambomba provocando una corrida de impresión. Nunca habían visto a un tio llorar mientras se corría y menos gritar que no. 
Salió la leche, y con toda la mano mojada se fue hacia la boca y le metió los dedos dentro y se los refregó: -tu lechita, cerdo asqueroso. 
Y ten cuidado con lo que haces, te vamos a seguir follando cuando nos dé la gana. Te vamos a seguir poniendo cachondo perdido, a enseñartelo todo en cualquier sitio. Vas a ser nuestra perra cachonda. Te enteras, ehhhh! Mira como se pone Moni cuando te cojo la carita y te regaño. Mira qué putón, eso le pone muy cachonda...
Y Moni se tocaba el coño, se le resbalaban las manos, se iba a correr mirando la escena, viendo al cura chupar al leche de los dedos de Bea...
Y se corrió como una bestia. Chilló y se retorció. Por fin se habían vengado de aquel cabrón reprimido. Años esperando esto.
Se colocaron la ropa y le soltaron las manos. No podía reaccionar. 
-Si te hemos hecho un favor. No te quejes, muchos matarían por esto. Te lo aseguro...putita. Mmmm...vas a ser nuestra putita. Nuestra polla particular... Adios guapo...
Y saliendo de la iglesia se rieron a carcajadas y se besaron muy fuerte. Moni le cogió el culo a Bea: -Ufff, me pones otra vez, pero qué putón eres, ¿te ha gustado esa polla, ehhh?
-Ya te digo cariño, ya sabes, cuando quieras la tenemos. Tenías que haberle pegado. 
-Jajaja...la próxima vez, ¿no?
                                                

martes, 28 de agosto de 2012

Relato 14° Necesito tres tías.


Necesito tres tías. Tres.
Para no pensarte tanto.

Una que me chupe los huevos, que los llene de babas hasta que chorreen.

Otra que me meta la lengua hasta la garganta. Que no me deje hablar y me obligue a concentrarme en poder respirar a la vez. Que mueva los labios, la lengua, y la cabeza mientras jadea en mi cara. 
Cerraré los ojos. Que no lleve perfume.

Y la tercera que se deje tocar el coño por debajo de la falda. Y que le guste tocárselo a su amiga, la que me besa.
Porque son amigas, ¿o no?
La verdad que me da igual. Mira, mejor no. 
Voy por la calle, elijo y me las traigo a casa.
El único requisito es que me hayan mirado. ¿Cómo serán?

La primera es bajita, con poco pecho pero con un culo redondo y hermosote que se marca con las mallas, que serán rojas. Me gusta el rojo y en un culo más. Es guapa, va pintada, eso no me hace mucha gracia pero bueno, va. A esta la pondré en los huevos salivando, que tiene boca para eso.
La segunda es rubia, más mayor, pelo corto, buenas tetas, llenita, enseña muslos con una falda de tela estampada. Está muy apetecible, muy rica. Esa es a la que le meteré la mano y le sobaré el coñito hasta que me moje. Va a tener suerte. Se va a correr enseguida. Toco muy bien. Despacio y preciso. No es porque yo lo diga, es que lo compruebo húmedamente hablando. Y me lo dices tú, cariño, que lo sabes bien.
La última es la que me besa. Yo no la beso, ella es la que me besa. Desesperada. Muy caliente. Está tan caliente que no sabe qué hacer y me besa muy rápido. Acelerada. No lo sabe aún, pero la rubia llenita de antes le va a meter mano mientras me besa. 
Ahora caigo, por eso va a estar tan acelerada. Uy, uy, uy, ya van dos mojadas, a ver qué me invento para la que tengo abajo ocupada en mi escroto.

Me tengo que preparar. ¿qué haré?
¿Me desnudo o dejo que lo hagan?
La bajita del culazo va a ser la más espabilada. Es jefa en su curro y está acostumbrada a mandar y a hacerse la lista. 
Me preguntará por la casa, si vivo solo, dirá: -me gusta ese cuadro, es muy ochentero, ¿no?- Pero qué simpática la muy idiota... por eso cuando se me siente al lado como si me conociera de toda la vida, me ponga la mano en el paquete mirando a las otras con cara de: -no sé qué hacéis aquí, si a este me lo follo yo sola- me bajaré la cremallera despacio, me sacaré la vergapiedra que tendré ya y le susurraré: -nena, chúpame los huevos como tú sabes, que seguro que lo haces mejor que ellas- y la imbécil se pondrá a cuatro patas y empezará a succionarme con absoluta dedicación.

¿Nos tomaremos algo antes?
Sí, creo yo, un vino, ¿tengo? Bueno, lo compro. Relajará los nervios.
En el ascensor sin que se den cuenta las otras le tocaré el culo a la rubia, joder, con la rubia, se lo va a pasar de puta madre. Mira qué suerte.
También es que lleva falda y claro, el momento ascensor es suyo. Se quedará muda, tragará saliva y no dirá nada. Pasaré mi mano por la cintura y bajaré hasta cogerle la nalga y despacio meteré la mano entre las dos piernas. Qué tela tan suave la de la faldita. Es de florecitas, de vuelo, una gozada. Para ella también es una gozada, se ve... Vamos que si toco mucho se notará hasta la mancha. Los dedos por debajo tocarán las bragas. Momentazo erótico y mojado donde los haya. Tocar cuando nadie sabe que tocas. Y la que lo sabe no puede decirlo. Pero sí que puede empaparse y además trabarse con las palabras. Por eso normalmente no habla. Muda se quedará la rubita.


La que me va a besar es flaca, no demasiado, Lleva vestido de punto, gris ajustado con medias grises también. Tiene el pelo rizado, es la que más se parece a ti. Sólo es el pelo pero así si abro los ojos un poco cuando me bese veré rizos.
Le gusto, a las otras no pero a esta sí. Me besa en la cocina. Puede que... a ver, uhmm, sí, digamos que ha terminado una relación, la han dejado mejor, le han puesto los cuernos. Sí, eso. Autoestima por los suelos. Y de repente, plan misterioso en su vida. Soy atractivo, no estoy mal. Digamos que ligo normalmente. Bueno, digamos que de tres, a una le gusto. Como en este caso. No está mal la proporción.
Y eso, que voy a la cocina a por el vino y se viene conmigo. Y me habla de sus vacaciones, que ha estado en el pueblo, le hacía falta desconectar...¿¿y a mi qué?? En fin, la dejaré terminar, sonreiré y le diré que está muy buena, pero mucho...y le daré la copa. A ver si bebiendo se calla. De repente me besará así como poseída, se morderá los labios, sonreirá y saldrá hacia el salón más decidida y segura que cuando entró. Bueno, ya que no me ha dado asco para qué probar más. Decidido: esta me besa, que no lo hace mal.

Me gustaría no necesitar que me besaran, pero así me evadiré mejor, sensaciones a tutiplén. Cerebro ocupado y cachondo.

                                      
A ver, que me pierdo. La bajita me comía los huevos, sí, ya. Y me tocará decirle a la rubita que se saque las tetas. Le diré-qué pedazo de tetas tienes- ¿no os parece? y algo como -tú, tócaselas- a la flaca. 
Se calienta muy rápido el tema. Porque la flaca tan moderna ella, las cogerá con las dos manos y me mirará riéndose y muy pícara ella soltará un -¿se las chupo? Pues sí, pava, chúpaselas, que lo estás deseando. No lo digo, claro, me limito a asentir con la cabeza y a pensar en que luego va a chupar más cositas.

-A ver, chicas, una a cada lado- las organizo en el sofá. Ahí es cuando le empiezo a tocar el chocho a la rubita y esta a su vez hace lo mismo con la flaca. Que ya se ha lanzado a comerme la boca. Como si fuera algo mío, la tía. En fin...
No os he dicho que a la rubita le gustan las tías y mucho. Realmente ha subido a mi casa porque la besucona le pone. Y se empezará a notar bastante, justo ahí. Cuando se intente colar en nuestras bocas y se queden al final ellas dos solas con sus respectivas lenguas. La flaca encantada porque su autoestima se está recuperando a pasos agigantados. Sentirse deseada es lo que tiene. Me alegro por ella, mira...

La bajita se está tragando mi polla y veo que se va a subir peligrosamente. No, no, quieta. Tengo que hacer algo. Dominar la historia.
Ya: -¿Os habéis comido un rabo a tres bandas?- Y se lanzan a ello. Pero se superponen, no les sale fluido, así que mejor las pondré a cuatro patas en el sillón de forma que yo me quede de pie de trás con los tres culos enfrente y mi polla en la mano. Acariciándola para lo que viene. Qué banquete.
Les sobo los culos, los coños, todos mojados. Se mueven, separan las piernas. Se morrean entre ellas. Aprovecho la vena lésbica de la rubia, la levanto y le digo: -Siéntate en el suelo, apoya la espalda en el sillón y haz la cabeza hacia atrás, cariño, que quiero ver como te comes un coñito- y así lo hace feliz de la vida. 
La flaca se retuerce cuando empieza a devorarla por abajo. Aprovecho la postura y le sobo las tetazas a la rubia que casi está ahogada pero de gusto. La bajita sigue a cuatro patas muy calentorra y sin que nadie le haga nada. La pobre. Que aprenda y se aguante un poco. Menea el culo buscando que la toquen. Y le doy unos azotes. Y grita. Y le digo -Qué culo, nena, qué rico está- Y vuelve a gritar. Vale, ya, me la follo. A lo bestia, por gritona. Le tengo que tapar la boca. Mejor que la flaca la bese, estando las dos tan cahondas y con la boca tan cerca será es lo más lógico.

Ahora el toque de gracia. Saco mi rabo de su coño y tiro de la cabeza de la rubia que se había extasiado en los flujos de la flaca, y le meto la polla hasta la garganta. Y le digo a la flaca que le devuelva el favor a su amiga , porque ya serán amigas, ¿¿no??, y que se papee el coñito rubio comodiosmanda. A lo que ella súper ida ya, responde levantándose presta y diligentemente. 
Mi polla sigue alternando el coño de la jefa chulita y la boca de la lesbiana rubia. Con una precisión estupenda. Muy bien todo. Las tres en su salsa. Disfrutando como perras. Se ve que les hacía falta. Lo digo por la entrega.

Ya tocará variar. 
Me voy a follar a la flaca que tiene el culito en pompa y la cara enterrada en el coño rubio y carnosito. Ahí voy. Pega un brinco cuando se la meto pero reacciona bien... si soltar un -¡joder!-alto y claro es reaccionar bien. A la bajita que era "la chula" y se ha quedado en "la pasmada" tengo que decirle: -Siéntate en su cara-señalando a la rubia-y no te muevas hasta que te hayas corrido- 
La rubia, que mira que se las prometía felices pero nunca imaginó esta maravilla, se relamió los flujos de la otra y se dispuso a recibir los nuevos. 

Perfecto, todos encantados. 
Ahí tendré que esperar un poco, seguir bombeando hasta que se corran. La flaquilla veo que se toca ella, chica lista, así que se correrá también. 
Y cuando las tenga desmayadas y felices les daré mi leche a las tres, que medio desnudas, coloradas como tomates y más amigas que nunca, recibirán en sus bocas y en sus caritas como final feliz, feliz. La rubia en sus tetas también. Que las tiene cogidas consciente total del éxito que han tenido. Chupetean el semen, se chupetean ellas, se miran, se ríen. A mi ni puto caso, justo como quería.
Quedarán entre ellas, lo veo venir.

Y sale de mi un -Señoritas, me voy a duchar- "que os den" continúa la frase en mi mente.
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Y bueno, eso más o menos es lo que necesito para no pensarte tanto. 
Tres tías. Tres. 
Las elegiré en la calle. Sip...

Y lo he conseguido, en este rato no he pensado en ti. Bueno, cuando los rizos sí. También el coño carnoso era tuyo. Joder. Vale. Y alguna cosa más. Ya está. No pienso hablar más. Voy a tocarme. 

Necesito tres tías. Tres.


lunes, 27 de agosto de 2012

Relato 13° Sólo tu dedo...




Tumbada en la cama sólo veo tu dedo. Parte de esa mano que hasta en fotos me deshace.

Y lo que da de sí tu dedo. El mismo que ahora me señala al perchero...

Me levanto completamente desnuda, cojo el pañuelo negro, me lo ato a la cabeza tapandome los ojos. Bien, no veo nada.
Me pongo en la cama, que está a nivel del suelo. Caigo deliberadamente de rodillas. Así, tiesa, erguida. Me quedo quieta.
Y... tu dedo busca en mi pelo. Es lo único que siento. No quiero ni respirar. Despacio se mete entre los mechones y presiona suave mi cabeza. Hace caminitos. Suficiente para erizarme el vello.
Hago la cabeza hacia atrás. Estás de pie, atrás, y el dedo resbala hacia mi frente, nariz, boca... Se mete dentro, lo succiono. 
Juega, busca, entra y sale. Sé que te pone mucho follarme la boca con el dedo. Intento atraparlo pero se escapa.
Entonces me coges las manos por detrás y las atas con otro pañuelo. Abro las piernas para mantener el equilibrio.Hay movimiento. Me pierdo un poco.
Te oigo ahora delante de mi, te arrodillas justo enfrente. Puedo sentir tu respiración. No hablamos. Mis pezones se ponen alerta y parece que han llamado tu atención. Basta un roce mínimo para poner en guardia mi cuerpo entero.
Sin visión es infinítamente más intenso ser tu juguete.


El dedito comienza a pelearse con el pezón, lo intenta mover de su sitio pero... sólo consigue que yo me moje, me hinche abajito y me cueste estarme quieta... Uffff, ahora dibuja una línea imaginaria hasta el otro pecho y empieza a rodear al pezoncito izquierdo. 

Todo mi mundo se reduce al movimiento de tu índice. 
Me esfuerzo por averiguar que hará después...
Sube a la boca despacio buscando refrescarse, lo lleno de babas, alivio su sed...  y bañado vuelve a las puntas de mis tetas...primero una, después otra.
Está muy húmedo y los calambres de gusto que llegan a mi coño son brutales. 

Agacho la cabeza y escupo en mi escote de forma que noto la gota de saliva bajando a la vez que tu la interceptas y la extiendes por toda la areola.
Me sale la risa tonta... Shhhhhhhhh... me dices. Sé que miras mis labios. Me los muerdo. Al llevar las manos atadas me arqueo más. Saco las tetas. Y tú acercas tu boca y acompañas al dedo con tu aliento.
Intento aguantar... es muy difícil no moverme.

Continúas el viaje hacia el ombligo y se me pone la tripa como una piedra. Te paras, sigues, te paras, sigues. Cabrón... digo muy bajito. Casi sin fuerzas. Me tapas la boca con la otra mano, suave. Y sigues bajando hasta chocar con los rizos del pelo del pubis. Siento que me mareo un poco.




Rascas, investigas, te enredas, te recreas...noto cada milímetro de mi sexo pendiente de tu dedo. Te agachas, sigues al dedo con tu respiración caliente y la que hierve soy yo...
Concentrada en no caer, mi cuerpo entero se centra en el recorrido de la yema de tu jodido dedo que remolonea alrededor del clítoris porque sabe que lo esperan, porque sabe que este chochito chorrea por él.

Inesperadamente tu lengua toca de refilón mi teta y no puedo más. No puedo... Sí que puedes me dices. Shhhhhhhh... Y me vuelves a tapar la boquita. Y aprovechan tus otros dedos para abordar mi boca y yo desesperada me los como, los babeo enteros.
Mientras el dedo mágico está casi saludando a mi botón de placer extremo... Que está rendido y crece por momentos... Cuando por fin lo tocas solo puedo pensar que puedes hacer conmigo lo que te dé la gana.
No veo nada, estoy atada, me vas a volver loca. De hecho, ya lo estoy. Devorando tu otra mano como una perra hambrienta. Me duele el sexo de lo hinchado que está. Te suplico, no sé para qué....como posesa me sale un Por favor...
Shhhhhhhhh... espera, aguanta...me dices despacio. Mi respiración está entrecortada, agitadísima. sólo me guían los pinchazos que van de mi coño al cerebro. Mi cuerpo es de plastilina. Mis piernas de mantequilla. Mi tripa se deshace. Aprieto el culo... que también sale hacia fuera. Joder, aquí va cada uno por su cuenta. No puedo controlar nada...

Te paras. Te vas de mi. ¿¿Qué haces?? Estoy sola, de repente. No me tocas. ¿¿Dónde estás??
Te has dado la vuelta. Otra vez detrás... Estoy nerviosa. Muy cachonda. Demasiado alterada.

Me estás desatando las manos. No sé qué vas a hacer. Apóyate, me dices al oído. Y según me lo dices creo morirme del gusto.... Sí, atino a decir. Me quedo a cuatro patas. Descanso.

Sigues detrás.
Te regalo mi culo.
En pompa. Perfecto. Redondo. Sé que la tienes dura. Sé que te estás tocando. 
Yo sigo con la cabeza levantada buscando en el aire tu olor como ciega. Abandonada a tu suerte.
Y tu suerte dice que ahora me escupes tú en el culo. Certéramente cae en el agujero. Me sacude entera la gota. Lo aprieto más. Vuelves a hacerlo. Y tu dedo lo esparce muy suavito. 
Hace pequeñísimos círculos y baja buscando otra entrada hasta encontrarla...
Me agacho hasta apoyar mi cabeza en el colchón para centrarme sólo en tu dedo y mi vagina.
Tan mojada ella que cuando entra, el dedito parece que va solo. Dentro, fuera, dentro, fuera. Yo intento aprisionarlo, lo quiero para mi sola ahí adentro, atrapado.
Te paras otra vez para volver a echar saliva, esta vez en tu dedo porque no noto nada.
En la oscuridad del pañuelo que llevo en los ojos imagino lo que ves: mi culazo abierto emanando olores de celo puro, empapado el coño en el centro y tu dedo lleno de flujo y de babas paseándose a su voluntad ... tu maravilloso dedo visitándolo, tocándolo por dentro, reventándolo del calentón.... Reconociendo cada rincón, cada pelito, cada trocito de carne...Puro porno es lo que ves... Desquiciándome sin hacer apenas nada, recreándote en todos los detalles. Regalada a ti, dependiendo por completo de tu imaginación... Se me antoja lo más erótico del mundo...
Veo nítidamente tu índice porque lo conozco tanto como él a mi....

En esas has dejado el dedo quieto, apuntando y yo soy la que se mueve follándoselo. Me tienes agarrada por la nalga y sigues el vaivén. Quitas la mano. No se qué haces. Ni me entero porque estoy tan caliente que no pienso. Sólo follo, sólo sexo, sólo dedo, sólo coño... Culo en pompa de adelante a atrás, y así una y otra vez... Puedo ver el pelito lleno de flujos. Tú jugueteas por fuera despistándome... y vuelves a meter y sacar. No paras. No pares...
Meto mi mano bajo mi cuerpo para tocarme yo mientras tanto. No veo nada y las sensaciones se multiplican por mil. Únicamente pensar en cómo nos veremos desde fuera, pensar en el pañuelo atado tapándome los ojos, en mi postura, en ti detrás, muy cerdo, relamiéndote, disfrutando, controlándolo todo, uffffff

Ya estoy masajeando mi clítoris cuando me agarras otra vez, ahora con las dos manos y siento que me atraviesas... Ahogo un grito. Tu polla inmensa y rica está dentro, hasta el fondo. Dura, gorda, deliciosa, tremenda...y me está jodiendo bien, muy bien...
Y yo tocándome... Sí, sí, sí, fóllame, fóllame, ... Y ahora tú tampoco puedes pensar porque te reventaba la polla por meterse en el agujero y ya está, ya lo has hecho y eres un animal que no piensa, sólo siente el gustazo. Sujetas el culo firmemente y sientes el calor, el hueco  hirviendo... y sólo puedes decir: Córrete en mi polla... Córrete en mi polla...

Y yo al oirlo me voy completamente, me corro, me dejo, me reboso, me vienen todas las sacudidas a la vez y te aprieto el rabo tan fuerte que casi te corres tú.
Como un trapo me quedo tirada...Quiero tu leche, dámela... te suplico...
Me das la vuelta, me quedo tumbada boca arriba, abierta y vencida. Exhausta e hinchada. Te acercas de rodillas a mi boca. Te la mueves rapidísimo. Me caen gotitas de sudor de tu frente a mi cara, a mi boca. Las saboreo, joder... ¡Ya! ¡Oh! Y tu leche se mezcla con el sudor y mi cara se llena de tu semen y vuelvo a pensar que tenemos lo que muchos sueñan, mmmmmm, y en que estás muy bueno, y en el trozo de tela negro manchado, y me río...
Me quitas el pañuelo subiéndolo por la cabeza y me besas tan profundo que se todos los sabores se vuelven uno, bueno dos: tú y yo...
Y de golpe verte la cara y verme a mi, abrazarnos....
Me molesta la luz un poco, cierro los ojos y busco tu mano... Cuando la encuentro la llevo a mi boca, pero entera no... sólo el dedo, ese dedo cachondo que me ha vuelto loca y al que chupo devotamente agradeciéndole este orgasmo infinito.
Y revolvemos la cama hasta las tantas en un trance contínuo y nos comemos enteros, nos chupamos, nos besamos hasta que caemos muertos.... Y repito todo el rato que te quiero, cabrón, te quiero mucho...

Y toda la mañana del día siguiente con esa sonrisa idiota, claro. Y a ratos cerrando los ojos... ;)



viernes, 24 de agosto de 2012

Relato 12° En el baño del garito



Lo sentí. Sentí el bulto en mi culo. Y se me puso dura. 
Bailábamos la música pachanguera y petarda que nos hacía creer que estábamos en una verbena en agosto, pero no. La realidad se llamaba "garito de Chueca", ni sé el nombre. No podría decir donde está pero sí como son los baños. Con todo lujo de detalles.

Esa noche salí con César a cenar. Somos colegas desde hace años y quedamos de vez en cuando. Ahora coincide que estamos sin pareja los dos. Yo hace menos, por eso llevaba días insistiéndome en liarla para que se me olvidara el mal rollo.
Cenamos más que bien y nos tomamos algo en un par de sitios. Vamos a Chueca, Iván. Te vas a reír, hazme caso. Pero, ¿a Chueca? es que no sé. Yo no estaba muy convencido porque nunca había estado en un bar que no fuera hetero claramente. Pero a las cuatro de la mañana no estaba yo para decidir, así que cuando me di cuenta entrábamos en un pub donde había de todo. Quiero decir parejas gays, lesbianas, y gente más o menos sola. También heteros, supongo. Si estábamos nosotros habría más...

César es muy cachondo, más atrevido que yo, en el sexo y en todo. Creo que es la persona que menos prejuicios tiene de las que conozco. 
A la segunda copa me vi en medio de la pista casi haciendo corro con la gente. Me hacía falta desconectar y puedo decir que estaba perdiendo los papeles...qué gusto.

Una chica muy guapa se puso en medio de los dos con los brazos arriba mientras meneaba las caderas. Rubia, de pelo largo. Llevaba un vestido negro no muy ajustado de tirantes anchos. Y medias, porque le brillaban los muslos y al rozarla una vez sin querer la noté muuuuuy suave. No pude evitar mirar los zapatos. Me ponen cachondísimo los zapatos. Uffffff...llevaba tacones negros, sandalias brillantes, de charol. No muy altos porque ya era alta.
Y muy sexy. En un segundo nos imaginé a los tres follando. En cualquier otra ocasión me hubiera visto yo solo con ella, pero no sé porque en ese momento me excitó más algo que nunca había hecho: un trío... y qué mejor que con César, un amigo, y esa pedazo de tía.
Fue un segundo, el tiempo justo para que se pusiera detrás cogiéndome por la cintura y se restregara. Y lo sentí y se me puso dura. Coño, ¡es un tío! pensé. Pero me balanceaba con ella y pensaba en ELLA. Joder, me estaba dando gusto. Mucho, demasiado. A ella también. Le notaba el bulto, apretado como si lo tuviera muy sujeto pero ahí estaba, como una piedra. 
A la vez las tetas se clavaban en mi espalda, y qué tetas. Claro, también como piedras.
César se puso al lado, muy cerca y con el cubata en la mano derecha pude ver como su mano izquierda se iba detrás nuestro. Le estaba tocando el culo.

Por una vez en mi vida me dejé llevar. No me conocía nadie y quién sabe si aquello se iba a volver a repetir. Ya me rodeaba con sus brazos y me pasaba los dedos por los pezones, lo que faltaba. Eso ya me descontrola totalmente.
Me reventaba la polla en el vaquero. Y a ella en el vestido. Cómo se apretaba. Nunca había notado nada parecido así por detrás. Y me gustaba. Mi amigo estaba encantado y se reía a carcajadas. Le hablaba al oído. Estaban tan cerca que podía oírlos. ¿Cómo te llamas, preciosa? Yo Violeta... ¿Y tu amigo? Él, Ivan y yo César, aunque veo que te interesa él más. Y se reía a voces el muy cabrón.

Estáis los dos muy buenos se relamió Violeta. Pues anda que tú soltó César y saco la lengua muy cerca de su boca, ella también la sacó y de repente las tenía jugando en mi oreja derecha, echándome el aliento en el cuello y poniéndome caliente como un mono. En ese momento me habría follado una mesa si hubiera sido posible.

No me dio tiempo porque noté que me meaba, me enderecé y como pude les dije que bajaba al baño. Al girarme oí a Violeta decir que si era la primera vez que íbamos a un sitio así y se reía mientras se mordía el labio... Joder, era muy guapa, qué raro era todo...

Ahora me tocaba bajar las escaleras. El baño era grande, había varias puertas, fui a la última. Entré. Me bajé los pantalones y meé. Me costó un poco pero otro gustazo para la noche.
Me quedé alelado. ¡Ivaaaan! ¿dooonde estaaaaas? los escuché a los dos, muy claro, ya sin la música de fondo. Aquí, dije sin pensar en nada y con el pantalón desabrochado.
¡Ábrenos! se reían...
Abrí y me hice hacia atrás. Guau... volvió a relamerse Violeta. Y estiró la mano al paquete. Se pegó a mi casi cayéndose, frotando su polla con la mía. Se me empezaba a poner tiesa otra vez, claro. Me chupaba el cuello. Ay, eso no, el cuello no, por favor, pensé, si es que podía llamarse a esto pensar...
La cogí por la cintura y me tropecé con las manos de César que estaba detrás de ella haciendo de la otra tapa del sandwich.


Madre mía, nunca había hecho nada parecido, si yo era muy convencional, y muy tranquilo y muy normalito y... y en eso se agachó, y en cuclillas nos sacó los rabos a la vez y mientras nos miraba se los metía en la boca. Parecía una película. Qué bien lo haces, nena, cómo te las comes... Oía pero era como si yo no estuviera. Estaba intentando no  perderme ni un detalle de la situación. Era lo más sexual que había hecho nunca. Tenía unas ganas de follármela y que se corriera...pero claro, no sabía muy bien cómo...joder, qué raro, qué raro...


Yo no hacía nada, no podía moverme. César la tocaba, se cogía la polla, le agarraba el pelo, se reía, jadeaba, me miraba... yo tenía la boca abierta y no podía cerrarla. Apoyado en la pared del váter con los vaqueros por las rodillas y disfrutando como un enano...
Se subió apoyada en los azulejos de colores, se bajó el vestido por el escote y se sacó las tetas. Una para cada uno si me tocáis el pollón a la vez sonrió con los labios mojados de saliva y la pintura un poco corrida, apartándose el pelo hacia atrás.
Yo quería comerme la mía, así que acerqué la boca para mamar a la vez que mi mano se metía por debajo. Al subir la tela vi las medias terminarse en blonda a la altura del muslo y me costaba meter todo en la misma persona. ¿Cómo se podía ser tan femenina con esa verga? !Joder, si es que era una tía! 
Lo más increíble era que me estaba poniendo más, si era posible estar más en celo, tocar su rabo duro, notar como estaba excitándose. Y mientras, los dos mamando, comiéndole las tetazas. Era demasiado.

Llevó sus manos a nuestras pollas y empezó a pajearnos. Los tres dándonos gusto, respirando a trompicones. Creo que fue el único momento en que nadie se reía.
Me venía y no pude evitar susurrar Me corro... con su pezón en la boca y babeando literalmente. Qué rico cariño, suspiró ella. Ahora nosotros y miró a César que soltó un gemido fuerte y le llenó la otra mano de leche mientras ella hacía lo mismo con las nuestras. Mira, mira, decía. Y era un espectáculo ver los tres rabos empalmados y bien sujetos soltando semen, poniendo todo perdido, chorreando el suelo...

En ese momento quise estar en casa, tirado en la cama. No podía reaccionar. Me miraban y se partían de la risa. Nos limpiamos como pudimos. Violeta dijo que para empezar no había estado mal. La próxima más y mejor...jajaja, yo no entendía nada pero sonreí. Estaba en shock. Subimos y nos despedimos. Nos dio un pico y mientras me guiñaba un ojo me dijo: Me alegra que te vayas más relajado... y a los dos, mmmm... gracias chicos...

Cogimos un taxi y aquí estoy a los días pensando y contándoos esto, que fue extraño pero que me ha hecho sentir que de vez en cuando perder el norte por completo puede ser muy revelador ...eso sí, aguantar que tu amigo se descojone de ti todo el día ya no mola tanto... ;)

jueves, 23 de agosto de 2012

Relato 11° Lola y María, parte 2.



No podía dormirse, estaba demasiado caliente.
En posición fetal con las manos entre las piernas apretando mucho. Como si eso le aliviara el apretón de coño que tenía.
Era imposible no oírlo. No verlo.
Ahí estaban Lola y ella hace un rato. Otra vez en el baño, pero esta vez del despacho del jefe de estudios.
Las dos de pie, él tumbado y cachondo como un cerdo. Empapado. De orina.

                                                  .......................................................

Lola le había dicho esa mañana temprano que hoy lo iba a pasar muy bien: Hoy te corres, mi putita, le dijo a María en cuanto entró a la clase.
Claro, desde ahí el flujo no dejó de salir..
También se encargó ella de cerciorarse de que esto pasara. Su mano entre las piernas le acompañó a ratos, dejándola a medias y desesperada. Mientras la miraba y se reía: Pero si es que no te puedes aguantar, pero qué zorrón estás hecha. Cómo te gusta...
Y metía el dedito dentro de la vagina de María que estaba a punto de ebullición y ella se estremecía y apretaba en la silla, con la vista en la pizarra y la mente llena de polla. Desde la mamada que le hizo a Alberto en los baños, sólo quería metérsela dentro. Y se ponía mala pensándolo.

Pero ahí estaba Lola con sus misterios. María había dejado de tenerle miedo. Ahora, sin embargo, tenía ganas siempre. Quería que la tocaran todos. Que todas la chuparan como ese día. Era lo más rico que había probado.
La lengua de Lola. Y la polla de Alberto...

Llegó el mediodía y cuando la mayoría de la gente estaba en el comedor, las dos iban hacia un despacho al final del pasillo. María no sabía cual era pues no había estado nunca allí. Lola parecía muy segura.
Tocaron a la puerta y un "Pase" algo ronco las recibió.
El jefe de estudios, Don Santiago, estaba sentado y se irguió visiblemente cuando las vio. Lola muy dispuesta como mujer experimentada y María avergonzada pero ansiosa y obediente. Y muy roja.
El hombre preguntó desde sus cincuenta y largos años: ¿Qué quieren señoritas? 
Por dentro pensaba "cómanme la polla, queridas mías"
Y Lola fue la que cerró la puerta con pestillo y se acercó despacio a la barriga nerviosa de Don Santiago. Llevaba de la mano a María. 
¿Qué hacen, niñas? Un momento, aguarden, esperen...dijo con su voz ronca y sin ninguna convicción.

Profesor... dijo Lola... he notado como me miraba ayer en clase cuando abría las piernas y no llevaba nada debajo. ¿Le gustaba ver mi chochito mientras leíamos la lección?
...Joder, niña... se alteró el señor... ¿qué dices? No sé de qué me hablas... 
Estaba sudando y el pantalón se hinchó en la entrepierna.
Lola empujó suavemente hacia la mesa a María. Esta se sentó por inercia. Entonces Lola le bajó  tranquilamente las bragas, las sacó por los zapatos, las dejó caer al suelo, se rió, le abrió las piernas muy despacito dejando a la altura de los ojos de Don Santiago un coñito virgen y chupado sólo una vez, eso sí, absolutamente líquido en ese momento... pues María sólo podía imaginar la lengua de aquel gordo seboso retorciéndose entre sus pliegues y creyó correrse por combustión espontánea...
El gordo estaba sin habla y sin creérselo. Obvio.

Una gota de saliva asomó a su boca y Lola acercó el dedo y lo introdujo despacio mientras el hombre lo chupaba sin perder detalle del cine que tenía delante. Con la otra mano Lola agarró la mano de él y la acercó al sexo de María: Tócalo, le dijo, despacio. Ahora te lo comerás. Hasta que se corra.

La mano grandísima acarició el coñito de la nena como pudo, pues temblaba, se mojó y dejó paso a la lengua que empezó a devorarlo y chupetearlo despacio como si tuviera todo el tiempo del mundo y muy pocas oprtunidades en la vida...

Realmente como esta, ninguna más se le presentaría. Jamás. Viviría recordando este momento en que una niñata le obligaba a secar el sexo de otra niñata cachonda.
Ni en sus mejores fantasías, pensó en una ráfaga de lucidez...
María moría de gusto. El profesor lo hacía mejor que Lola y ella apretaba su agujero contra la cara gorda y redonda. Lola la besó. Le folló la boca con la lengua hasta que se vino. Con las piernas enganchó el cuello del tipo y pensó que se lo tragaba por abajo. Pero él agarraba con las manos el culo de la chica y parecía querer meterse dentro. Cuando pararon los calambres se retiró y dejó ver su expresión atónita, del más allá y pringada de jugos. Se relamió. Se pasó los dedos por las mejillas y se los chupó...
María estaba ya tumbada en la mesa, casi desmayada.
Lola habló: Vengan los dos. Al baño. Vamos. Con cuidado.

Don Santiago se levantó como pudo, al igual que María, a la que el cuerpo no le respondía.
Entraron en el aseo del despacho y Lola le dijo al profesor que se quitara la ropa. Este obedeció como drogado. A la vez agachó a María bruscamente, tirándole del pelo y perdiéndola en su propio chochito: Chupa perrita, saca la lengua, rápido, que tu amita está demasiado caliente, le ordenó con desprecio. ¡Chupa, joder, come!
Y tú, ¡dale unos azotes!, le dijo al hombre, Le vuelven loca.
Desesperado, le subió la falda por detrás a María y le dio en el culo, ¡plas! y otra vez ¡plas! y otra...
Creía que la polla le reventaba. Necesitaba hacer algo con ella. Comenzó a masturbarse mientras pegaba a María. Lola gemía cada vez más fuerte hasta que se deshizo del todo gruñendo: Así, joder, así, cómetelo todo, qué bien chupas, qué bien, qué bien, qué bien... jadeaba rapidísimo hasta parar por completo y quedarse inerte.
Unos segundos pasaron hasta que la que se acababa de correr delicioso soltó el cabello de María y la apartó de su clítoris dejándola respirar: Túmbate, le exigió al profesor.

Este, de más está decirlo, acató la orden y con el rabo tieso como un palo y la barriga desparramada a los lados se tendió en el suelo cuan largo era. En esa posición indefensa, en esa situación más indefensa aún, las miraba regalado, agradecido, salido, sumiso y dispuesto a todo.

Eso era lo que quería Lola, justo eso. Al fin lo tenía allí delante para cumplir su fantasía. Asió la mano de María, la puso de pie y le dijo sonriente: ¿Sabes lo que vamos a hacer, perrita?
No, mi ama, contestó la chica completamente abandonada a su suerte y al placer como una marioneta lasciva y dejada... Mojada por arriba y por abajo, con el culo rojo, el coño hinchado y la ropa desordenada; al aire todas sus curvas y su calentura. Guapa, despeinada y más adulta y dispuesta que la María que había entrado por la puerta hace un momento...

Mearle a este cerdo, soltó Lola sonriendo y mordiéndose el labio. Quiero sentir eso. Quiero que lo sientas tú también. Y quiero que se corra el desgraciado mientras lo llenamos de pis. Tú la cara y yo la polla.
Vamos.

María se excitó otra vez sin remedio y Don Santiago reanudó de nuevo el meneo que le dedicaba a su miembro. Sólo pensar que le iban a hacer una lluvia, las dos, a él, oh, cielos.. que va, no podía pensar, sólo tocarse desaforadamente mientras miraba hacia arriba y veía el cielo. El cielo en forma de mujer, de coño peludito soltando líquido templado en su boca. De repente sintió el chorro más abajo, en su mano y en su rabo.

Estaba seguro de no haber sentido más placer en toda su vida.
Arriba y delante, sólo para él, dos chochos riquísimos, meones, deliciosos, disfrutando, empapándolo, obsequiándole ese manjar...
El calor húmedo le hizo venirse y casi gritar.
Revolviéndose desmadejado en el suelo lleno de orín, no le importó nada. Absolutamente nada. Podía acabarse todo. La vida podía terminar. Incluso entrar por la puerta el consejo escolar al completo. Su expresión desencajada se transformó en sonrisa idiota. Feliz.

Las nenas se limpiaron como pudieron con la toalla. María estaba aún en shock. El semen brotando a sus anchas del miembro de Don Santiago mientras le meaba le había dado un placer indescriptible. Uffff, qué rico... Recogieron las braguitas perdidas. Lola besó a María, le colocó la diadema del pelo y la camiseta. Le dijo notoriamente exhausta y satisfecha: Muy bien, niña, muy bien, me ha encantado, habrá más, te has portado muy bien... y tú... tú te lo has pasado mejor aún, jajaja...
Y María suspiró devota un Como guste, mi ama, cuando quiera y lo que quiera. Qué placer, mi ama. Gracias. Muchas gracias, soy suya...

A Don Santiago lo dejaron en la misma posición cuando salían. No había podido articular ni una parte de su cuerpo aún. Lola le dedicó un: Esperamos buena nota, muy buena nota, profesor... Y le guiñó un ojo. Este seguía en el limbo de los que saben algo más, el de los tontos con mirada perdida...

Y María ya en casa recordó todo al irse a la cama por la noche... y claro, no podía dormir... y se frotaba y se frotaba con la almohada pensando en que mearle a Don Santiago le había gustado mucho. Era realmente excitante. Y se tocó hasta correrse pensando en cómo había sucedido y en cuando se repetiría...


miércoles, 22 de agosto de 2012

Relato 10° Fantasía animal


La cabeza apoyada en la ventana. La frente pegada al cristal. Una mano haciendo tope, la izquierda, abierta, agarrada como ventosa. La otra, la derecha, amasando la carne redonda, suave, gelatinosa de sus tetas sin hacer distinción, a las dos por igual como si fueran una. Tropezándose a los pezones, saludándolos con pellizquitos.
Los ojos cerrados, el coño como postre delicioso en la cara de él.
Moviendo las caderas, las rodillas en tensión apresando la cabeza, mientras él la ayuda sujetando las nalgas como si bebiera de una gran copa. La realidad es que bebe de un gran coño. Su polla lo sabe... por eso crece por momentos.


Empañando el vidrio con el aliento acalorado, en su ceguera ve a cuatro animales: uno está atado, es él. En un rincón, inmovilizado a un metro de la escena principal. Con las manos colgando de sendas cuerdas y sentado en una silla. Por lo pronto no ve más detalles.
Delante de él, dos culitos como bollos de dos niñatas a cuatro patas que le enseñan a él los agujeros más escondidos  de su cuerpo asomándose  por las faldas cortas del uniforme. Los cuadritos y las rayas en contraste con la piel blanca y lisa, muy lisa: un culo más gordo, otro más pequeño: los dos riquísimos.
Las dos niñatas como animales sin voluntad llevan pañuelos negros tapándoles los ojos.
Y las lenguas fuera porque están chupando algo... a ver... sí, en efecto, al cuarto animal. Para ser más exactos, chupetean el rabo de un dogo enorme, imponente, musculado, muy guapo. Todo lo guapo que puede ser un perrazo que está cachondo, salido, loco, desesperado porque se lo comen a dos bocas, a dos lenguas. Sin parar, sin descansar, sin saber qué se comen, sólo por el placer de comer, de chupar, de disfrutar, de enloquecer, de obedecer, de ser malas...

Y delante de todo eso por fin, ella. Ella, la misma que está mojándole escandalosamente la cara en el sillón de la habitación pensando en todo eso. Destrozando el silencio con gemidos que llenan de humedad la cortina que tapa la vista de la ventana a medias, donde lucha empujando con la cabeza y la mano. A ratos con las dos manos porque con una sola no se tiene. ¡Cómo le come el coño! Su lengua es perfecta, besa su clítoris con tanta pasión que parece que lo tuviera dentro devorándole la vida.

Vuelve a los animales: 

Él, desquiciado en esa esquina, en esa silla, viendo como las niñatas poseídas se tragan la polla del perro y sus chochitos, de los que tiene una excelente visión trasera, y que cada vez brillan más, y sus culitos, que oscilan de un lado a otro bailando y mueven los pliegues de las faldas. Llevan calcetines largos blancos. Lo que no llevan es camisa ni camiseta. Sus pechitos se bambolean al igual que las nalgas. Sus pies juguetean nerviosos, concentradas en chupar sin descanso el rabo gigantesco y morado que no pueden ver pero que saborean con unas ganas perversas.
Uhmmm... ¿y qué más? ...Él alargaría un pie justo para meter el dedo gordo en el culo más pequeño. Eso haría que mojara los calzoncillos inmediatamente. Sí, él sólo lleva puesto un boxer. Ahora con una mancha en la punta del bulto. Y su dedo en el orificio de la nena más delgada, jugando a rozarse. Esa pequeña conexión es como un caramelo que lo deshace por completo. 
Igual que la deshace a ella mientras imagina SU fantasía, suya y sólo suya...

Seguimos... La nena como inyectada responde moviendo el culo para que el dedo fálico entre mejor. 
El perro revienta de gusto y empieza a relamerse, a jadear, a gemir y a buscar. ¿Y dónde busca? Fácil...en el mismísimo coño de ELLA, que está delante de todo ese deseo, de todo ese sexo caliente y empapado.
Empieza a sentir lo rasposo de la lengua grandísima en sus labios y se abre infinita, se regala entera. Disfruta enormemente mirándolo todo, mirándolo a él, a sus ojos que le dicen que lo suelte ya de una vez, que lo desate, por favor, aunque sea una fantasía... pero a la vez que NO lo suelte porque el ansia de ver eso y no poder tocarlo, de verla como perfecta anfitriona de todo ese circo, organizando con todo detalle a los animales. Cada uno a su tarea en perfecta armonía. Y ella recibiendo esa precisa y ordenada cadena de placer.

Demasiado para ella y para cualquiera.
No puede más, se retuerce como puede agarrándose de la cortina y casi golpea la ventana... con la cabeza de él trabajando en su sexo, chorreando flujo por todas partes.
Ella sólo ve a las nenas, al perro dedicado a su coño y con el rabo duro como un palo descargando en esas preciosas boquitas. Las niñas empiezan a besarse como locas, a sobarse sin verse, a buscar el coño opuesto con las manos. Líquidas por todos lados, calientes, mordiéndose las tetas, clavándose los deditos, abriéndose de piernas, olfateándose los pubis, lamiéndolo todo a ciegas como perras en celo. Acaban haciendo un fantástico sesenta y nueve en el que se tragan literalmente hasta regalarse enteras...

Y mientras Él ha conseguido soltarse una mano, como sólo podría pasar en una fantasía... y está frenético a punto de correrse mirando a las perritas y mirándola a Ella que va a llenar de leche la boca del perrazo...
Y pasa todo eso y salen los chorros... los dos sueltan el ansia y se desvanecen...

Y Ella le da fuerte al cristal con las dos manos y grita, y baja las manos y empuja el pelo de él enterrándolo en su coño resbaladizo. Él se queda quieto y despacio empieza a absorberlo hasta la última gota... Cuando termina lo único que puede hacer ella es levantar la pierna y desplomarse a su lado.
Él se relame, como el dogo, piensa ella, se ríe sola, lo mira, "te tengo que contar...ahora te toca a ti..." Y lo besa llenándose de su propio olor y agarrándole la polla a la vez...