martes, 14 de agosto de 2012

Relato 3° Sexo, amor y web-cam




Me llamo Eva , tengo 23 años y estoy lo que se dice muy buena. No siempre lo he estado. Quizás por eso soy más normal, más de andar por casa que las tías buenas de toda la vida. O menos gilipollas y creída.

Anoche fue la primera vez que he querido estar en medio de una pareja. De un chico y una chica.
Fue en un vídeochat. Llevaba todo el día caliente. Luego dicen que solo les pasa a los tíos. Pues no. Yo hay días en que empapo las bragas. Y sin ninguna motivación especial. Porque sí. Y me levanto cachonda y no hay manera, todo me pone.

Pues a lo que iba, llegué a casa a última hora, cené, me duché y me metí en la habitación. Qué paz y qué tranquilidad al fin. Encendí el ordenador. Me puse un culotte y un sujetador de algodón blanquitos muy sexys. Me encanta como quedan en cámara. Entré en el chat con la idea de provocar al tío más cerdo que me encontrara y acabar el día en condiciones. Ponerlo cachondísimo, sentirme muy guarra y correrme viendo como perdía completamente los papeles.¿Qué queréis? Me sube el ego brutalmente. Así es.




Comencé a buscar. Tras un puñado de ciclados y otras pollas parlantes ( llamo así a quien sólo enseña el rabo, no la cara ) uffff, qué aburrido...a mi los que me ponen son los que están vestidos como si no tuvieran ninguna intención sexual y de repente se vuelven locos desnudándose a trompicones y sacándosela desaforadamente... en fin, tras todos esos tan típicos y tópicos...aparecieron ellos.

Y se me cayó literalmente la baba, al fin lo veía. Fue más que excitante.
Me sorprendí pensando: esto es el sexo con amor. ¡Oh!
Me hice líquida. Sólo podía mirar sin articular movimiento. Pasaron un par de minutos hasta que pude cerrar la boca. 
Quería qué el me tocara a mi como la tocaba a ella. Que me mirara de cerca y no a través de la cámara...
Tocarle a ella ese coño con pelito que me enseñaba en primer plano y a la vez, sentadas las dos, que él me follara la boca con esa polla dura con la que ahora jugaba.

Lo que fuera, pero estar allí. Sentirme parte de ellos. Notar esa sensación de cerca. Que me quisieran como se querían ellos. Oír la risa de ella y no solo verla por la pantalla.
Fue un calentón con envidia. Yo nunca he sentido eso. Es más, no creía que pudiera existir.  No lo pensaba. Por eso me sorprendió tanto, supongo. Porque nunca lo había contemplado como real.
Yo me acuesto de vez en cuando con Alfredo pero no me corro. Sí, ya sé que es un poco raro. Los caminos de los traumas sexuales que son inescrutables... un día igual os lo cuento.

Y ahora estaba pasmada, muy muy, pero muy excitada, rozándome el chochito humedísimo con el sujetador que me había quitado hace un rato, a punto de correrme. Él le estaba comiendo todo con una dedicación infinita. Abandonado entre las piernas, subiendo a las tetas, lamiéndole la cara, la boca, las axilas, de repente bajando a los muslos... Ella me miraba regalándome una parte de todo aquello como si supiera que escaseaba  y le gustara poder tener ese detalle conmigo.
Nos corrimos casi las dos a la vez... Y se reía del gustazo... y yo también. Él la besó, la abrazó, yo cerré un segundo los ojos como pensando que me estrujaba a mi. Pude sentirlo.
Y se empezó a tocar delante de ella, que sacaba la lengua como si quisiera chuparlo pero no llegara. No podía ni moverse del placer recibido.
Y mientras nos clavaba los ojos, a ella, a mi,  a las dos que a la vez nos mirábamos por la pantalla... se corrió en su cara.
Y yo sentí como si se hubiera corrido en la mía también. Pero ella fue la que se lo comió todo, todo, todo... Y después de no perderme detalle de la degustación me quedé con esa sonrisa idiota, los saludé con la mano, hicieron lo propio y cerré el portátil.

Me quedé tumbada pensando en lo poco que me quería, en lo mucho que se quería ella, en lo muchísimo que él la quería a ella y en que algo había cambiado para siempre en mi manera de mirar. Sin duda.

                                                    

2 comentarios:

  1. Pocas veces he hecho sexo así, muy pocas (se pueden contar con los dedos de una mano), pero reconozco que es algo excitante.

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  2. Totalmente de acuerdo contigo, alguna vez no está mal.

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